El término “pagafantas” empezó a popularizarse en nuestro país en el año 2009
cuando el director Borja Cobeaga estrenó el largometraje del mismo nombre cuyo
protagonista era un chico bueno que
se enamoraba de una chica que solo le veía como un buen amigo y del cual trataba de sacar provecho.
En nuestro imaginario colectivo el “chico bueno” es amable, educado, empático, complaciente, siempre disponible,…en definitiva, una persona equilibrada y estable que como pareja catalogamos como previsible, aburrida y demasiado condescendiente. De ahí que surja el malote como el hombre antagonista capaz de ofrecer aventura, riesgo y chispa en la relación de pareja; una opción escogida por muchas personas que se ven atraídas por la denominada “triada oscura de la personalidad”; es decir, por hombres que muestran una mezcla de narcisismo, manipulación y cinismo y que traducen como “hombres muy seguros de si mismos que me podrán proteger si lo necesito”. El tiempo se encargará de mostrarles de quién se ocupa realmente el chico malo.
La vida tiene diferentes
capítulos. Un mal capítulo no significa el final de la historia, pero parece
que para muchas parejas el confinamiento que exige el coronavirus está
significando el final de su historia de pareja. Esto es, al menos, lo que
indican los datos relativos al número de divorcios solicitados en las ciudades chinas donde el virus ha estado más presente.
¿Qué pueden hacer las parejas para evitar formar parte de la estadística de divorcios en nuestro país?
“En un chico malo no, no, no Pa´fuera lo malo no, no, no Yo no quiero nada malo no, no, no En mi vida malo no, no, no, no.”
Esta estrofa de la canción “Lo
Malo”, que estuvo a punto de llamarse “Chico Malo”, fue un éxito de 2018 y con
ella se pretendía frenar antiguas creencias sobre las relaciones de pareja y
clamar por un nuevo tipo de hombre.
El mensaje que se quiso transmitir es que las mujeres no queremos nada malo en
nuestras vidas y que los chicos malos ya
no nos atraen. Sin embargo, en la realidad parece que esta idea no ha
calado del todo. De hecho, es frecuente que mujeres de edades diversas se
acerquen a las consultas psicológicas explicando el gran sufrimientoemocional que padecen a consecuencia de la relación de pareja que mantienen con un “chico
malo” y su dificultad para terminar con esa dependencia.
“¿Quién dijo que los polos opuestos se atraen? Sí, se atraen, pero nada
más; no se comprenden”, afirma el escritor Alberto Fuguet. ¿Tendrá razón?
La investigación en el campo de las relaciones de pareja parece indicar que la Ley de Atracción válida en la Física no necesariamente se cumple en el amor; de hecho, aunque no se puede generalizar, la semejanza es uno de los elementos que influye en el enamoramiento.
“Toda
relación se divide en 4 partes: amar,
sufrir, luchar y vencer. Quien ama sufre; quien sufre, lucha; y quien lucha
siempre vencerá”. (Anónimo)
Todas las parejas pasan por crisis
normativas que corresponden a las transiciones entre las distintas etapas
del ciclo vital de las relaciones (convivencia, nacimiento de los hij@s, hij@s
adolescentes, nido vacío) y que ponen a prueba sus recursos y debilidades para
afrontarlas. Además, a lo largo de la vida tienen también lugar sucesos estresantes, como la pérdida de
empleo o una enfermedad, que exigen saber enfrentarlos si la pareja no quiere
verse inmersa en una crisis sin
salida.