LA MENTIRA EN LAS RELACIONES DE PAREJA

Un proverbio arequipeño dice que “Con las mentiras se puede llegar muy lejos, pero lo que no se puede es volver”. Y efectivamente, utilizamos la mentira en cualquier relación interpersonal, incluida la de pareja, porque nos sirve para alcanzar uno de estos dos grandes objetivos: conseguir un beneficio o evitar un perjuicio.

El momento de la seducción o de la conquista es el ejemplo claro del uso de la mentira para obtener un beneficio; un momento en el que la persona miente para parecer mejor de lo que realmente es o cree ser, o para dar el perfil que supone que la otra parte está buscando. Aquí se incluyen las mentiras relacionadas con la profesión, lugar de trabajo, actividades de ocio por las que supuestamente se siente interés, inquietudes, etc.

Pero sin duda, es la evitación de un perjuicio la principal razón para mentir en las relaciones de pareja. Al comienzo de la relación es frecuente mentir sobre el pasado o el presente por miedo a no ser aceptados/as. Cuestiones sobre el número de relaciones anteriores mantenidas o afirmar que no se tiene hijos siendo falso, son ejemplos de mentiras en esta fase inicial de la relación.

En relaciones de pareja ya establecidas,  en muchas ocasiones el objetivo es evitar un sermón o una discusión sobre temas que no se sabe gestionar y el único recurso que se maneja es la mentira: “he salido más tarde del trabajo” en lugar de comunicar que se ha dedicado un tiempo a tomar algo con l@s compañer@s, “me duele la cabeza” en vez de expresar que no se desea mantener relaciones sexuales, “estaba muy rebajado” frente a comentar lo que ha costado una determinada prenda, o inventar una excusa para no decir que se ha visitado a la madre con quien nuestra pareja no mantiene una buena relación, son pequeñas mentiras del día a día presentes en muchas relaciones.

Capítulo aparte merece la trama de mentiras que se elabora en torno a la infidelidad y que de ser continuada es el claro ejemplo de la comparación que hizo Martin Lutero cuando afirmó que “la mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve”.

Dejando a un lado las mentiras al conocernos y que tiempo después pueden ser motivo de risa entre los miembros de la pareja, generalmente la consecuencia de la mentira es clara: la desconfianza, una gran enemiga del amor y gran amiga de las crisis de pareja.

¿Qué hacer si tu pareja te ha mentido o te está mintiendo?

Hablar directamente con nuestra pareja y sin rodeos comunicarle que sabes que determinada información es mentira. Esta conducta afirmativa es la opuesta a la tendencia general de jugar al “soy detective y te lo voy a demostrar”: te pregunto sabiendo que me vas a mentir, me mientes tal y como esperaba, te digo que eres un/a mentiroso/a, e iniciamos la escalada de destrucción.

Partiendo de que la responsabilidad de la mentira es de quien la dice, el camino de la construcción se inicia con la apertura a que se nos comunique la razón de esa mentira, tratando de dejar momentáneamente aparcado el reproche, lo cual no está reñido con el derecho a expresar nuestro enfado y decepción por la mentira. Se trata de conocer si hay dificultades en la propia relación de pareja que nos impiden comunicarnos con transparencia y libertad, de manera que el objetivo a alcanzar sea poder hablar sobre cualquier tema pese a que pese a partir del respeto y la escucha como elementos base.

Mientras tanto, merece la pena recordar que basta una mentira para poner en duda todas las verdades.

Si te ha gustado este artículo, te animo a compartirlo. ¡Muchas gracias