¿SUFRES EL SÍNDROME DE ESTRÉS POST ROMÁNTICO?

Al empezar una relación sentimental tod@s hemos sentido una gran ilusión. Conocemos esa fase en la que se sienten mariposas en el estómago, un deseo irrefrenable de estar con el otr@, la pasión como protagonista y la atracción sexual como máxima representación del amor. Y esto que vivimos nos confirma que estamos enamorad@s, aunque solo sea por comparación con lo que se nos ha enseñado que es el amor en la pareja.

En nuestra sociedad, el amor romántico es el que se transmite por los diferentes agentes de socialización. Desde la infancia, a través de los cuentos, y posteriormente en la adolescencia y la adultez se nos introyectan ideas inalcanzables sobre las relaciones que tienen que ver con la pasión duradera e inalterable al paso de los años, la carencia de dificultades y el mito de que el amor todo lo puede.

El problema reside en que este modelo de amor idealizado crea falsas expectativas y conduce irremediablemente a la frustración y el fracaso afectivo al comparar ese ideal que damos por válido, sin apenas cuestionarlo, con nuestra relación de pareja real. No entender que las mariposas en el estómago terminan muriendo y que el amor romántico se va transformando en amor compañero, mucho más basado en afinidades que en la pasión, puede llevar a sufrir el Síndrome de Estrés Post Romántico (SEPR).

Este término fue acuñado por el psicólogo estadounidense Robert Sternberg para referirse a la tristeza derivada precisamente de confundir la falta de pasión con la pérdida del tipo de amor que se supone se debe sentir hacia el compañero/a. Cuando, en lugar de vivir esa transformación como algo natural, la falta de amor apasionado o “chispa” se valora como prueba de que la relación de pareja va mal pese a otras evidencias en contra, la posibilidad de finalizar la relación sobrevuela en quien más se aferra a la concepción romántica del amor.

¿Cómo superar, entonces, la transición del amor romántico al amor compañero?

Además de reconocer que la reducción del deseo sexual es algo natural transcurridos unos años de relación, debemos:

  • Evitar denigrar y devaluar a nuestra pareja mostrándonos intransigentes con sus defectos. En este sentido, es importante recordar que como seres humanos tanto él/ella como nosotr@s somos imperfectos.
  • Aprender a discutir para construir. Las diferencias de criterio, opinión o preferencias surgen sí o sí con mayor o menor frecuencia. Saber tanto escuchar, como expresarse y negociar para llegar a acuerdos se hace imprescindible para mantener una relación satisfactoria.
  • Fomentar la intimidad. Para volver a ilusionarnos es fundamental recuperar en la medida de lo posible tiempo de dos, diferenciándolo del tiempo de familia. En la medida en que el vínculo afectivo entre los miembros de la pareja se estrecha, aumenta el deseo de mantener relaciones sexuales.

Evitar pasar de ser siameses a convertirse solo en compañer@s de piso, exige dejar volar a las mariposas y situarse en un plano adulto en el que tengan cabida tanto la pasión como la razón.

 

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