VACACIONES Y CRISIS DE PAREJA

El verano es, para la mayoría de las personas, sinónimo de unos días de merecido descanso alejad@s del estrés y las responsabilidades laborales. Sin embargo, algunas parejas anticipan que será un período aún más estresante que la época invernal al tener que pasar mucho más tiempo juntas. Suele tratarse de relaciones en las que ya existe una crisis o un distanciamiento afectivo importante y que, a raíz de compartir más espacio y tiempo, ven cómo se acentúan las diferencias y, con ello, las discusiones.

¿Qué hacer para que las vacaciones sean un momento de disfrute para la pareja?

  • Planificar y consensuar las vacaciones: dónde, cómo y con quién las vamos a pasar siempre desde el lema ‘Yo gano, tú ganas’. Si decidimos pasar unos días fuera hay que negociar si vamos a un sitio de playa o de montaña, si hacemos una combinación de ambos, si se disfruta de unos días en el pueblo de la familia o si se hace una escapada con otras parejas y sus hij@s. En cualquier caso, hay que tener presente que si uno de los miembros odia la playa y las aglomeraciones, “obligarle” a pasar 10 días en Benidorm probablemente será un motivo de roce diario.
  • Ser flexibles y ceder: flexibles en las rutinas del día a día (no pasa nada porque comamos un poco más tarde, porque la casa vacacional o nuestra residencia habitual esté un poco más desordenada de lo que nos gustaría, porque los niños/as se acuesten un poco más tarde que el resto del año, etc.) y ceder en cuanto a complacer los gustos de nuestra pareja aunque no coincidan con los míos.
  • Respetar los espacios personales.Estar de vacaciones juntos no significa que no podamos separaros ni un segundo, y ambos miembros de la pareja han de sentir que están de vacaciones.  “Mi pareja quiere dormir hasta las 11 y para mí eso es perder la mañana”, se queja una persona. Quizá su compañer@ tiene que madrugar mucho durante el año y desea regalarse no tener que levantarse por obligación. Tal vez su pareja pueda aprovechar ese rato de la mañana para realizar otra actividad que le resulte gratificante (correr, desayunar tranquilamente leyendo el periódico,…).Es decir, si hay actividades en las que no se coincide habrá que hablar sobre lo que quiere hacer cada un@, cuáles van a practicarse por separado y cuáles de forma conjunta.
  • Dividir las tareas del hogar y responsabilidades familiares. Durante el año han podido estar distribuidas de una determinada manera atendiendo en ocasiones al horario laboral. Pero, teniendo en cuenta que tod@s queremos descansar en verano, resulta esencial que haya un reparto previamente consensuado de cómo se distribuirán las obligaciones del día a día; de lo contrario surgirán los reproches con el conocido mensaje de “yo también estoy de vacaciones y tengo derecho a disfrutarlas como tú”.
  • No reprochar: las vacaciones no son el momento adecuado para reavivar temas pendientes, problemas sin resolver, echarnos en cara todo eso que hemos ido acumulando a lo largo del año. En todo caso puede ser la ocasión para hablar con nuestra pareja de qué cambios queremos introducir en nuestra relación siempre desde una perspectiva de construcción, no buscando culpables y convirtiendo las vacaciones en un ring de boxeo que destruya aún más nuestro vínculo.
  • Limitar el uso del móvil. Sabemos que es un instrumento que en muchas ocasiones interfiere en nuestra relación, estando presente en la mesa mientras comemos y hasta en nuestra cama. Solemos decir que las vacaciones son para desconectar y en este caso resulta conveniente hacerlo literalmente y, en su lugar, aprovechar para conectar con nuestra pareja.

Hay quien dice que entre el amor y el odio hay solo un viaje, en referencia a aquellas parejas que están atravesando un mal momento y que tras pasar unos días juntas ven cómo su relación emperora. Quizá un buen planteamiento pueda ser solucionar primero los conflictos y disfrutar después de un buen compañero/a de viaje.

 

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