“La
vida es corta. Ten una aventura”, nos invita Ashley Madison, la conocida
web originariamente creada para personas casadas que deseaban tener relaciones
extramatrimoniales. Autodefinido como “un sitio de mente abierta para adultos
arriesgados”, lo cierto es que a l@s españoles les gusta el riesgo, puesto que
según esta página de contactos España es
el país más infiel de Europa y ocupa el cuarto lugar a nivel mundial por
detrás de Estados Unidos, Canadá y Brasil.
Por su parte, Victoria Milan, la nueva plataforma europea de citas on line dirigida también a personas comprometidas que buscan un affaire, cuenta con más de 650.000 personas registradas en el estado español. “Revive la pasión. Encuentra una aventura” es el eslogan escogido para invitar a la infidelidad; y parece que con bastante éxito en Euskadi, dado que enel año 2018 Bilbao ha sido la tercera ciudad con más usuari@s por detrás de Barcelona y Madrid.
Ante estos datos, y la
información que cada persona maneja sobre el tema, es evidente que lainfidelidad está presente en un número importante de relaciones de
pareja, aunque resulta imposible ofrecer datos cuantitativos reales por la
deseabilidad social que influye en el no reconocimiento de esta conducta
reprobada social y culturalmente en nuestro entorno.
“Si tienes que elegir entre alguien más y yo, no me elijas a mí. No quiero pasar mi vida con alguien que se estará cuestionando si tomó la decisión correcta” (Autor/a desconocido/a)
Sabemos que puede ocurrir que mantengamos una relación de pareja estable y en un momento dado nos enamoremos de otra persona. Si uno/a valora que en general su relación de pareja es insatisfactoria, la duda de si terminar o no con ella es pequeña aunque el paso no sea fácil: se conoce lo que se tiene, no gusta la realidad presente y se abre un futuro prometedor con quien hoy ocupa el papel de amante.
Afirmaba el filósofo Zenón de Elea en el siglo V a.C. que la Naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para que hablemos menos y escuchemos más. Sin embargo, dentro del proceso de la comunicación resulta evidente que se presta más atención a mejorar las habilidades del emisor que las del receptor. La prueba es que existe una amplia oferta de clases y cursos de oratoria, mientras que son escasos los cursos dirigidos a aprender a escuchar.
Pese a ellos, l@s psicólog@s que realizamos terapia de pareja sabemos que precisamente una de las grandes quejas que oímos es “mi pareja no me escucha”. Ante esta acusación, el compañero/a se rebela porque da por sentado que saber escuchar es una conducta innata, lo que le lleva a calificar como un sinsentido tal acusación.
Un proverbio arequipeño dice que “Con las mentiras se puede llegar muy lejos, pero lo que no se puede es volver”. Y efectivamente, utilizamos la mentira en cualquier relación interpersonal, incluida la de pareja, porque nos sirve para alcanzar uno de estos dos grandes objetivos: conseguir un beneficio o evitar un perjuicio.
El momento de la seducción o de la conquista es el ejemplo claro del uso de la mentira para obtener un beneficio; un momento en el que la persona miente para parecer mejor de lo que realmente es o cree ser, o para dar el perfil que supone que la otra parte está buscando. Aquí se incluyen las mentiras relacionadas con la profesión, lugar de trabajo, actividades de ocio por las que supuestamente se siente interés, inquietudes, etc.
Cuentan que un periodista le preguntó a una pareja de ancianos cómo se las arreglaban para llevar juntos 60 años, a lo que la mujer contestó: “Nacimos en un tiempo en que si algo se rompía se arreglaba, no se tiraba a la basura”.
Esta respuesta alude a la realidad del creciente número de divorcios y a la dificultad de encontrar en el futuro parejas que celebren sus bodas de oro, máxime teniendo en cuenta que, según los últimos datos publicados por el I.N.E., las parejas que más se divorcian son las que llevan más de 20 años casadas, seguidas de las que han permanecido casadas entre 5 y 9 años y que generalmente coincide con el ciclo vital de la pareja con hij@s pequeñ@s.