El término “pagafantas” empezó a popularizarse en nuestro país en el año 2009
cuando el director Borja Cobeaga estrenó el largometraje del mismo nombre cuyo
protagonista era un chico bueno que
se enamoraba de una chica que solo le veía como un buen amigo y del cual trataba de sacar provecho.
En nuestro imaginario colectivo el “chico bueno” es amable, educado, empático, complaciente, siempre disponible,…en definitiva, una persona equilibrada y estable que como pareja catalogamos como previsible, aburrida y demasiado condescendiente. De ahí que surja el malote como el hombre antagonista capaz de ofrecer aventura, riesgo y chispa en la relación de pareja; una opción escogida por muchas personas que se ven atraídas por la denominada “triada oscura de la personalidad”; es decir, por hombres que muestran una mezcla de narcisismo, manipulación y cinismo y que traducen como “hombres muy seguros de si mismos que me podrán proteger si lo necesito”. El tiempo se encargará de mostrarles de quién se ocupa realmente el chico malo.
“Toda
relación se divide en 4 partes: amar,
sufrir, luchar y vencer. Quien ama sufre; quien sufre, lucha; y quien lucha
siempre vencerá”. (Anónimo)
Todas las parejas pasan por crisis
normativas que corresponden a las transiciones entre las distintas etapas
del ciclo vital de las relaciones (convivencia, nacimiento de los hij@s, hij@s
adolescentes, nido vacío) y que ponen a prueba sus recursos y debilidades para
afrontarlas. Además, a lo largo de la vida tienen también lugar sucesos estresantes, como la pérdida de
empleo o una enfermedad, que exigen saber enfrentarlos si la pareja no quiere
verse inmersa en una crisis sin
salida.
Cuentan que un periodista le preguntó a una pareja de ancianos cómo se las arreglaban para llevar juntos 60 años, a lo que la mujer contestó: “Nacimos en un tiempo en que si algo se rompía se arreglaba, no se tiraba a la basura”.
Esta respuesta alude a la realidad del creciente número de divorcios y a la dificultad de encontrar en el futuro parejas que celebren sus bodas de oro, máxime teniendo en cuenta que, según los últimos datos publicados por el I.N.E., las parejas que más se divorcian son las que llevan más de 20 años casadas, seguidas de las que han permanecido casadas entre 5 y 9 años y que generalmente coincide con el ciclo vital de la pareja con hij@s pequeñ@s.
La adicción al sexo, denominada técnicamente “trastorno de hipersexualidad”, se caracteriza por el aumento en la frecuencia de las prácticas sexuales, un incremento en la intensidad de las fantasías, excitación, impulsos y conductas sexuales no parafílicas asociadas con impulsividad, que provocan un malestar significativo en la persona que la padece, así como un importante deterioro social y/o laboral (DSM-V).
En el siguiente enlace se encuentra la entrevista radiofónica de Cadena Ser dentro del programa Contigo Dentro, dirigido y presentado por Celia Blanco, en la que comparto micrófono con el escritor José Ovejero y hablo sobre las causas y el tratamiento de la adicción al sexo.
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El escritor francés Francois de la Rochefoucauld afirmó que “los celos se nutren de las dudas y la verdad los deshace o los colma”.
Efectivamente, los celos son un sentimiento natural que aparecen en un momento dado ante el miedo de perder a nuestra pareja porque dudamos de si quiere más a una tercera persona. La diferencia entre los celos normales y los patológicos está en si nos hacen perder o no nuestra capacidad de raciocinio.