El término “pagafantas” empezó a popularizarse en nuestro país en el año 2009
cuando el director Borja Cobeaga estrenó el largometraje del mismo nombre cuyo
protagonista era un chico bueno que
se enamoraba de una chica que solo le veía como un buen amigo y del cual trataba de sacar provecho.
En nuestro imaginario colectivo el “chico bueno” es amable, educado, empático, complaciente, siempre disponible,…en definitiva, una persona equilibrada y estable que como pareja catalogamos como previsible, aburrida y demasiado condescendiente. De ahí que surja el malote como el hombre antagonista capaz de ofrecer aventura, riesgo y chispa en la relación de pareja; una opción escogida por muchas personas que se ven atraídas por la denominada “triada oscura de la personalidad”; es decir, por hombres que muestran una mezcla de narcisismo, manipulación y cinismo y que traducen como “hombres muy seguros de si mismos que me podrán proteger si lo necesito”. El tiempo se encargará de mostrarles de quién se ocupa realmente el chico malo.
La vida tiene diferentes
capítulos. Un mal capítulo no significa el final de la historia, pero parece
que para muchas parejas el confinamiento que exige el coronavirus está
significando el final de su historia de pareja. Esto es, al menos, lo que
indican los datos relativos al número de divorcios solicitados en las ciudades chinas donde el virus ha estado más presente.
¿Qué pueden hacer las parejas para evitar formar parte de la estadística de divorcios en nuestro país?
“¿Quién dijo que los polos opuestos se atraen? Sí, se atraen, pero nada
más; no se comprenden”, afirma el escritor Alberto Fuguet. ¿Tendrá razón?
La investigación en el campo de las relaciones de pareja parece indicar que la Ley de Atracción válida en la Física no necesariamente se cumple en el amor; de hecho, aunque no se puede generalizar, la semejanza es uno de los elementos que influye en el enamoramiento.
“Si tienes que elegir entre alguien más y yo, no me elijas a mí. No quiero pasar mi vida con alguien que se estará cuestionando si tomó la decisión correcta” (Autor/a desconocido/a)
Sabemos que puede ocurrir que mantengamos una relación de pareja estable y en un momento dado nos enamoremos de otra persona. Si uno/a valora que en general su relación de pareja es insatisfactoria, la duda de si terminar o no con ella es pequeña aunque el paso no sea fácil: se conoce lo que se tiene, no gusta la realidad presente y se abre un futuro prometedor con quien hoy ocupa el papel de amante.
Afirmaba el filósofo Zenón de Elea en el siglo V a.C. que la Naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para que hablemos menos y escuchemos más. Sin embargo, dentro del proceso de la comunicación resulta evidente que se presta más atención a mejorar las habilidades del emisor que las del receptor. La prueba es que existe una amplia oferta de clases y cursos de oratoria, mientras que son escasos los cursos dirigidos a aprender a escuchar.
Pese a ellos, l@s psicólog@s que realizamos terapia de pareja sabemos que precisamente una de las grandes quejas que oímos es “mi pareja no me escucha”. Ante esta acusación, el compañero/a se rebela porque da por sentado que saber escuchar es una conducta innata, lo que le lleva a calificar como un sinsentido tal acusación.